La caja azul by José Antonio Ponseti

La caja azul by José Antonio Ponseti

autor:José Antonio Ponseti [Ponseti, José Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-18T00:00:00+00:00


7

ENTRE EL HORROR Y LA CALMA

Pero pronto se desató el infierno anunciado. La espera fue tan solo un espejismo. Antonio y sus amigos sabrían de primera mano lo que era la guerra, sin épica ni banda sonora de fondo. Un golpe de realidad junto a sus compañeros de batalla. Suficiente con unos destellos para reflejar el horror.

Julio de 1938

Atacando la sierra de los Aüts

Estimada Joana, no sé cómo explicarte todo lo que me está pasando desde que he cruzado el Ebro. Hemos pasado de casi no recibir disparos a una ofensiva contra lo mejor del ejército de Franco, al menos eso es lo que nos va gritando el comisario José Obrero, alias Dinamita, mientras nos felicita por nuestro «arrojo y valentía mostrados frente a los fascistas».

Solo te puedo decir que sigo vivo, que la toma de los Aüts ha sido una locura. Creía que la gente se asustaría pensando en que estábamos frente a la Legión y los moros. Todo lo contrario, los veteranos han apretado los dientes y han ido a por todas; los jóvenes, aterrados, al ver la exhibición de valentía de tantos hombres, se han sumado y han ido hacia delante con todo.

No me he separado de Francisco durante el jaleo, me parece un milagro estar vivo. He visto a chicos muertos y heridos, de los nuestros y de los de ellos, las imágenes de la guerra no tienen nada de glorioso como nos han tratado de vender todas estas semanas atrás. Esto es lo más horroroso por lo que tiene que pasar un ser humano. Heridas terribles, cuerpos mutilados, brazos, piernas, sangre, un calor insoportable, moscas. Al escribirte y pensar en ello me vuelven las arcadas, solo tengo ganas de devolver. Sé que no lo entenderás, pero espero no caer herido; si no tengo que seguir en este mundo que sea de un bombazo certero y que me vaya rápido.

Yo anímicamente estoy bien, mucho mejor de lo que pensaba, no tengo ni fatiga, ni tan siquiera un poco de flojera. Son tantos los nervios que creo que mi cuerpo no se acuerda de lo demás.

Francisco dice que tengo madera de duro, que me he portado como un veterano ayudando a los compañeros en el ataque. He podido hacer poco, me he parado junto a algunos que caían heridos a mi lado para sacarles de en medio, de tanto tiro, pero poco más.

No sé ni lo que he hecho ni cómo, no entiendo de dónde salen las fuerzas que me llevan a intentar salvar a los heridos. A muchos los reconozco de mis clases. Me parte el alma verlos ahí tirados, con poca vida o sin ella. Fernando y Joan siguen vivos. Después buscaré al resto.

A Fernando le he visto hace un momento pegado al capitán Gómez del Casal. El pobre no puede ni con el fusil, no se ha recuperado del susto, todos lo llevamos dentro, pero a algunos se les nota más.

Con Joan, el hijo del albañil, nos hemos abrazado en cuanto nos hemos encontrado después del ataque.



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